Publicado Agosto 15, 2021

¡Que vuelvan los lentos!

Queremos aprender rápido, terminar nuestro trabajo rápido, queremos llegar al objetivo rápido y lo que es peor, sabemos que tenemos que desacelerar, ¡pero eso también lo queremos aprender rápido! Tremenda paradoja ¿no?

¡Que vuelvan los lentos!

Nuestros compromisos, nuestro “deber ser”, nuestros jefes o quien sea que nos está exigiendo un estándar de cumplimiento, nos está haciendo correr a un ritmo tal, que el lema que nos gobierna es: si bajas la velocidad desapareces. 

Carl Honoré, escritor, periodista y autor del libro “El elogio de la lentitud”, inspirado en el Movimiento Lento Internacional, nos lleva a calibrar nuestro velocímetro y a poner en equilibrio las exigencias de nuestra vida con la posibilidad real de elegir nuestros momentos de lentitud, es decir, “Desacelerando en los momentos correctos, las personas descubren que hacen todo mejor. Trabajan mejor, ejercitan mejor, aman mejor, viven mejor”. ¡Saborean la vida!

Cuántas veces no te has dicho: ¿Estoy tapada de pega o no he tenido un minuto? Intentando finalizar un trabajo urgente o una demanda de tu casa, ¿pero sin encontrar una solución? Pues bien, al desacelerar tu rimo, puedes recién activar tu cerebro, volverte más creativa y encontrar más opciones de solución.

Vivir apurada, nos aleja de nosotras mismas, te aleja de tu voz interna y de responder esas preguntas grandes, profundas y a veces dolorosas, que favorecen tu evolución.

El autor, nos motiva a permitirnos erradicar la homologación del concepto de lentitud con el de flojera y nos conduce a dirigirnos hacia una lentitud positiva, eligiendo deliberadamente esos momentos lentos, para beneficio personal, laboral, familiar, social y comunitario. Porque según sus palabras, la “lentitud positiva, nos lleva a tomar mejores decisiones en todos los aspectos de nuestra vida”.

Entonces… ¿quieres que vuelvan los lentos?

 

 

Un abrazo

Caro